jueves, 27 de junio de 2013

Arrancamos

Recuerdo cuando durante el cuarto curso de la licenciatura de Biología mis compañeros y yo tuvimos que hacer, bien en solitario o en parejas, un trabajo de identificación de las plantas localizadas en una zona concreta. Debíamos escoger a nuestro gusto un área de un kilómetro cuadrado (aunque podía tener forma irregular) e ir a buscar ejemplares cuya especie determinaríamos en los días posteriores en el laboratorio. La exigencia de conseguir un mínimo de cien especies diferentes en caso de ser el trabajo individual y ciento cincuenta de ser en pareja, implicaba tener que salir cada fin de semana durante meses para poder abarcar los cambios de la flora presente a lo largo de las estaciones, y así conseguir el máximo de ejemplares. Fue uno de esos trabajos que, tras tanto tiempo y dedicación, acaban imprimiendo en la mente una nueva forma de ver ciertas cosas.

En concreto, lo que se puede aprender haciendo algo así es a ver esas plantitas invisibles ante las cuales uno pasaba sin prestar mucha atención. Plantas menudas que a veces encontramos creciendo casi heroicamente entre las baldosas de una acera, o junto a las mismísimas vías de un tren, pero de cuya presencia no nos percatamos porque vamos a nuestras cosas, sin fijarnos demasiado en la vida que respira a nuestro alrededor. En otras ocasiones pueden crecer lozanas y exhuberantes, pero resultan ser las malezas de los bordes de los caminos o las malas hierbas de los huertos y jardines, y con frecuencia se antojan al ojo humano como algo molesto, como porquería o señal de descuido. No nos paramos a contemplarlas con detenimiento y placer, sino que nos apresuramos a pasar la segadora o rociar con herbicida.



En este blog hemos querido poner el ojo sobre estos seres poco exóticos, casi marginales, que se han acostumbrado a vivir junto a nosotros, y a los que no solemos prestar mucha atención. Su nombre, "Malas yerbas", hace referencia a aquellas plantas indeseadas a las que hacía referencia en el párrafo anterior, pero pretendemos dar cabida a los muchos otros organismos que conviven con nosotros en pueblos y ciudades, en ruinas, caminos y cultivos, que están ahí pero que por no ser parte de la naturaleza exhuberante de los documentales no atrae siempre nuestro interés con el mismo poder; y no sólo a plantas, también a criaturas de los otros reinos.



Es un blog de fotografía, y no pretendemos escribir artículos de divulgación. Para eso los autores tenemos nuestros propios blogs. Sólo pretendemos trasladar nuestra mirada a ojos de los lectores, en la medida en la que nos lo permitan las imperfecciones de la cámara. Deseamos más que nada que cuando salgáis a la calle podáis compartir ese modo de ver las cosas.

P.D.: Por cierto, para los que os lo estuvierais preguntando: mi compañero y yo reunimos unas ciento ochenta especies. Una buena cifra.

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